Un nuevo día amaneció
y suspiraba Princesa
por no poder alcanzar el Sol.
Así vivía, día tras día
sin consuelo ni solución,
sus lágrimas de tristeza
le ocultaban su labor,
bajo sus pies arraigaban
bellas flores de color;
y mientras más lloraba,
más regaba su corazón
y más bellos eran los frutos
que aguardaban sin amor.
Alcanzó un buen día,
nublado como un tizón,
a bajar sus bellos ojos
a la altura del mentón
y tan grande fué su sorpresa
que nunca más lloró,
al alcance de su mano
el mundo era mucho mejor!
MXE
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